Erróneamente tendemos a asociar el pan a engordar. También a la necesidad de eliminarlo de una dieta cuando queremos perder unos kilos de más. Asociado al azúcar, al gluten y a un sinfín de asuntos, el pan acaba siendo siempre el peor parado. Sin embargo, en realidad se trata de uno de los alimentos más ricos que se pueden ingerir. Uno de los más saludables. Eso sí, para ello tendrá que ser un pan de calidad.
Pese a esta mala propaganda, los expertos en nutrición y los médicos de familia recomiendan la ingesta diaria. Una inclusión del pan en la dieta en cada una de las comidas. El motivo: ayudar con esta inclusión a equilibrar la dieta. Los mismos expertos aseguran que las dietas de hoy son altas en grasas y proteínas y escasas en hidratos de carbono.
El pan de calidad, el secreto para poder comerlo a diario
No debes olvidar que el pan es un alimento básico. Uno de los pilares de la dieta mediterránea. ¿Imaginas acaso un desayuno sin la tostada de pan artesano con aceite y tomate? Conocemos la respuesta si ponemos el foco en el sabor.
Sin embargo, si ponemos la atención en la razón de por qué incluir el pan, tendremos que hablar de su alto valor nutricional: hidratos de carbono, vitaminas, fósforo o calcio, entre otros nutrientes como el hierro, el magnesio o el potasio. Razones de más por las que incluir este artículo en la cesta de la compra. Eso sí: pan sin aditivos.
El pan no engorda si es de calidad
Además de la importancia que tiene conocer el alto valor nutricional del pan, es bueno también que conozcas que la asociación entre el pan y los kilos de más tiene bastante que ver con un falso mito. Los expertos aseguran que a este respecto no hay una base científica sobre la que sustentar dicha afirmación. Claro, esto siempre y cuando estemos hablando del pan de calidad.
Es más, ¿no te has fijado que incluso en las dietas de adelgazamiento lo incluyen? El secreto está, por supuesto, en la cantidad y en la calidad. Así, en concreto en las dietas de adelgazamiento, está permitida una ingesta diaria de 100 gramos de pan.
En una dieta normal, los nutricionistas hablan de un consumo de pan de entre los 200 y los 250 gramos. Una recomendación que se basa en el hecho de que un 50 % de las calorías que ingerimos deben provenir de los hidratos.
Las ventajas de comer pan
El pan, contra todo lo que se suele decir de él, ni engorda ni apenas contiene grasas. Tanto es así que los niños que comen pan tienen menos problemas de sobrepeso. Menos que los que no comen pan e ingieren grasas saturadas.
Asimismo, y respecto a las ventajas, debes saber que el pan ayuda a controlar el colesterol en sangre y a equilibrar la dieta. Por sus hidratos es el principal alimento del cerebro, pues es fenomenal para su buen funcionamiento.
El potasio y el sodio que contiene el pan también contribuyen al buen estado de los músculos y a la regulación de la presión arterial respectivamente. El pan es un buen aliado incluso para diabéticos y celíacos. Existen alternativas para ambos casos como los panes de salvados o los de maíz, respectivamente.
Los ingredientes comunes del pan y el pan si aditivos
Uno de los problemas por los que el pan se ha visto envuelto en la fama que le precede responde a sus ingredientes. La proliferación de los panes industriales ha tenido mucho que ver, y la diferencia principal con el pan tradicional radica en las harinas.
El pan tradicional o el pan de calidad actual que debes comer a diario utiliza los ingredientes a la antigua usanza. Es decir, los extraídos del germen, el salvado y el endoespermo: las partes en las que se compone un grano. Panes hechos con harina pero libres de aditivos, azúcares u otros agentes químicos que inciden en la calidad del mismo.
El pan con aditivos
Los panes no considerados de buena calidad están hechos con harinas refinadas. Lo que es lo mismo: solo con la parte del grano llamada endoespermo, que es puro almidón. Las harinas refinadas, precisamente por lo que son, no contienen los antioxidantes o las vitaminas propias del pan que recomiendan los expertos.
Estos panes con aditivos están muy extendidos en una era en la que se da primacía al volumen frente a la calidad. Uso extendido que, según los expertos, merma la calidad del pan. Sin embargo, ¿consumirías pan de mala calidad pudiendo comer todo lo contrario por un poco más? Tal vez el problema en cuanto al consumidor no radique tanto en el precio, sino en que a veces no sabemos de qué están hechos los panes.
¿Cómo diferenciar un pan a la altura frente a uno de menor calidad?
Es algo complicado cuando, a veces, el pan carece de etiqueta. En este sentido deberemos ser más exigentes a la hora de conocer los ingredientes o el procesamiento del pan que nos vamos a comer. ¿Comprarías acaso una bandeja de carne sin conocer su fecha de caducidad? Una falta de costumbre o comodidad. Sea lo que fuere, ha llegado el momento de que sepas identificar un pan de calidad: de qué está hecho y qué tipo de fermentación ha padecido.