El Día Internacional de la Concienciación de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos se aproxima. En esta fecha, el 29 de septiembre, la ONU trata de concienciar sobre este problema, que por desgracia no suele aparecer en las portadas de los periódicos. Y en masymas supermercados queremos aportar nuestro grano de arena en esta labor. Así que, si quieres descubrir qué hacemos para colaborar, ¡no dejes de leer!
Una ayuda inexcusable
El desarrollo sostenible también afecta a la producción de alimentos, ya que fabricarlos genera una huella de carbono que, si se desperdicia la comida, no habrá tenido razón de ser. En España se malgastan cada año unos 176 kilogramos de alimentos por cabeza. De hecho, el país ocupa el séptimo puesto en la Unión Europea en estos desperdicios, con 7,7 millones de toneladas anuales.
Por eso en masymas supermercados hemos hecho nuestros deberes, y hemos contribuido a salvar más de 37.000 packs de comida. Este dato equivale a ahorrar unas emisiones de 92.500 kg de dióxido de carbono a la atmósfera. Así ayudamos a que la producción de alimentos sea sostenible, y promovemos un consumo eficiente. Y, además, contribuimos a la promoción de la seguridad alimentaria y la buena nutrición.
¿En qué consiste el desperdicio de alimentos?
Para que puedas contribuir directamente a reducirlo, nada mejor que conocer bien este concepto. Se considera desperdicio a los alimentos que acaban en la basura pese a estar en perfectas condiciones. Esta situación puede darse en cualquier punto de la cadena de suministro: desde la recolección hasta su llegada a tu hogar y su posterior consumo.
Cualquier agente que participa en la cadena puede incurrir en el desperdicio. Un agricultor que tira a la basura un kilo de manzanas en perfecto estado las malgasta. Lo mismo ocurriría en un hogar cuando la comida fresca no se consume y acaba pudriéndose.
En muchos casos los expertos tienen serias dificultades para conocer las razones detrás del fenómeno; de hecho, a menudo no se ponen de acuerdo en qué sería exactamente el desperdicio. Algunos consideran que tirar a la basura la piel de una piña es malgastarla, aunque esta no tenga usos prácticos. Sin embargo, lo que mayor consenso suscitaría es que el desperdicio es, esencialmente, la comida que aun estando en buen estado termina en la basura.
¿Por qué se desperdician los alimentos?
Las razones para este fenómeno son múltiples, y no hay un único factor clave. La comida puede perderse en cualquier parte de la cadena de suministro. Por ejemplo, cuando se está realizando el transporte es posible que piezas de fruta u otros productos acaben cayendo del camión. En un supermercado puede pasar algo similar cuando se realiza la reposición de alimentos. Y en los domicilios también se manifiesta este problema.
Una de las formas más sencillas de llevarlo a cabo desde tu posición de consumidor es haber realizado un mal cálculo de tus necesidades alimentarias. Quizá compraste más de lo que necesitabas y no sabías qué hacer con ello. Así que se mantuvo en tu despensa hasta que caducó y no hubo más remedio que tirarlo. Incluso puede que te olvidaras de algún producto en el fondo de un cajón y se pudriera.
Esto se debe a unos hábitos de compra pobres, una mala organización en el hogar o a que no se tienen los conocimientos de cocina necesarios. Por ejemplo, cuando compras un pollo entero puede que tires los huesos; al fin y al cabo, no son comestibles. No obstante, con esta carcasa puedes elaborar un caldo y, con este, todo tipo de platos.
¿Cuáles son los alimentos más desperdiciados?
Cualquier alimento es susceptible de desperdiciarse, aunque unos son más propensos que otros. Las frutas y verduras son las que ostentan el primer puesto, y hay varias razones para este hecho. Por un lado, son muy perecederas y deben consumirse lo más pronto posible. Por otro lado, están sometidas a un proceso de cribado y calibrado muy exigente.
Esto es algo que comparten con las raíces y tubérculos, el grupo que ocuparía el tercer puesto en desperdicio. Los consumidores se ven tentados con facilidad por las frutas más grandes y que mejor forma poseen. Así que, para aumentar las ventas, se tiende a ofrecer solo las piezas que más se aproximan a la idea que tiene en mente el consumidor. No obstante, el resto podría utilizarse para diversos fines, como hacer purés o cremas.
¿Dónde acaban los alimentos?
En la mayoría de los casos acaban en vertederos, y pocas veces se usan para fabricar fertilizante. Peor aún, en otros casos acaba tirada en una carretera o a los pies de un contenedor, sin más. Por suerte, aunque se conviertan en deshechos, el impacto de estos alimentos en el medio ambiente no es tan grande como el de otros desperdicios.
Al fin y al cabo, la materia orgánica se descomponen a mayor velocidad que el plástico, por poner un ejemplo. Además no supone un riesgo de contaminación alto, aunque sí podría atraer a animales cercanos que busquen alimentarse, como en ocasiones ha ocurrido en Barcelona con los jabalíes. Esto, si llegara a masificarse, podría suponer un peligro. Los animales podrían acabar atropellados, atacar a los seres humanos o incluso transmitir enfermedades.
Un camino largo
Como ves, el Día Internacional de Conciencia de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos pone sobre la mesa un grave problema del mundo en el que vivimos. Y, aunque solo lleve un año celebrándose, es importante empezar a plantear soluciones realistas a esta situación. ¡En masymas supermercados ya nos hemos puesto manos a la obra!