La alimentación sostenible convierte el tema de nuestra dieta diaria en un asunto que va más allá de la nutrición, y tiene en cuenta también la salud ambiental del planeta. De forma resumida, se trata de lograr un cuerpo sano en un planeta sano.

Los patrones de alimentación actuales, con excepción de aquellos que siguen dietas vegetarianas y veganas, se basan en el mismo modelo de explotación ambiental que está llevando a graves niveles de deterioro del medio ambiente, y que solo puede ser revertido si cambiamos nuestro modo de tratar al planeta en distintos planos.

Una forma de ser parte del cambio es promover una alimentación sostenible, es decir, siguiendo el concepto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO): asumir dietas sostenibles que generen un impacto ambiental reducido y que contribuyan a la seguridad alimentaria y nutricional, y a que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable.

alimentación sostenible

Una producción más sostenible

La producción de carne o la sobreexplotación de la pesca son problemas que la humanidad lleva décadas tratando de corregir.

Hay que apostar por consumir carnes como la ternera asturiana, un alimento con sello de calidad que garantiza una vida digna a los animales y una producción sostenible.

Similar es el caso del Skrei, un bacalao único que lleva siendo el sustento de generaciones y generaciones de pescadores nórdicos gracias a la pesca controlada y responsable.

Estos dos dos ejemplos de productos de altísima calidad que no se han convertido en producciones extensivas y sobreexplotaciones, sino que se han mantenido los estándares básicos para hacerlos sostenibles.

Aumentar el consumo de vegetales

Los vegetales no son simples acompañantes de las carnes y pescados. Frutas y verduras no solo son importantes para una alimentación sostenible, también son esenciales para una vida saludable y libre de enfermedades.

Los vegetales aportan carbohidratos, grasas saludables, proteínas (en menor medida que las carnes y productos lácteos) y, sobre todo, vitaminas y minerales.

Busca alimentos certificados

Hay que buscar la manera de aumentar el consumo de alimentos que provengan de proyectos agroecológicos, es decir, de granjas y productores que practican la agricultura orgánica y evitan el uso de agrotóxicos, así como de prácticas que dañen los suelos y las fuentes de agua.

Busca productos con etiquetas y certificaciones que indiquen que han sido producidos de forma sustentable. También busca aquellas que garantizan el comercio justo, con lo que estarás apoyando a trabajadores y productores menos favorecidos por los mercados y distribuidores asociados con la agroindustria global.

Beber agua del grifo

Si hay garantía de que el agua potable en tu zona es segura, evita el consumo de agua mineral que se vende en botellas de plástico. Cada minuto se venden un millón de botellas de agua en todo el mundo, no solo para turistas, ya que también es la principal forma de beber agua de los italianos (60 %) y de los mexicanos (80%).

Esto, para darte una idea de cuánta contaminación puede producir beber agua de esta manera.

De acuerdo con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el agua de grifo “es de calidad y no tiene contaminantes en la mayoría de las ciudades españolas”.

Si vives en una ciudad o pueblo donde hay certeza de que el agua de grifo es potable, no solo debes beberla, sino también promover su consumo en la comunidad.

Consumir productos locales y de temporada

Una de las mejores formas de reducir tu huella de carbono y de llevar adelante una alimentación sostenible es consumiendo productos que se produzcan en tu región, y que no deban recorrer mucha distancia para llegar a los mercados.

Consumir además productos de la estación es más económico y garantiza la frescura de las frutas y verduras que formen parte de tu dieta. También los pescados se comen de acuerdo con sus temporadas.

Evita en lo posible productos que viajen en avión o que deban recorrer grandes distancias por tierra.

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Reducir el consumo de alimentos muy procesados

Los alimentos muy procesados, generalmente implican mayor consumo de energía producida por combustibles fósiles, a lo que hay que añadir que con frecuencia llevan aditivos que pueden ser dañinos para la salud.  Elige alimentos frescos y con el menor procesamiento posible.

Consumo de productos a granel (no envasados)

Cada vez son más frecuentes los comercios que venden productos a granel, en especial los que venden semillas, frutos secos, especias, granos y cereales, entre otros. Al comprar estos productos contribuyes a reducir el número de envases que se desechan.

Minimiza el desperdicio de alimentos

En el mundo se desperdician más de 2.500 millones de toneladas de alimentos cada año. De esta cifra, 7,7 millones de toneladas corresponden a España. Aunque se han aprobado leyes y los españoles han reducido los niveles de desperdicio, continúa siendo un grave problema.

Puedes minimizar el desperdicio de alimentos planificando tus comidas, comprando con listas y reciclando de forma creativa las sobras, con lo que además puedes mejorar tu economía doméstica.

En masymas supermercados, somos conscientes de ello y por eso colaboramos con varias iniciativas que intentan reducir el desperdicio en nuestras tiendas.

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