Blancos, tintos, rosados, reservas, crianzas… existen muchos tipos de vinos. Aquí vamos a indicarte cuáles son los tipos de vino más comunes. Para ello vamos a dividirlos por su color, una forma de categorizarlos muy clásica. Además, te explicaremos qué tipo de vino es mejor para ciertos maridajes.
Cuáles son los tipos de vino principales
Vinos tintos
Los tintos son de los vinos más populares y son los que presentan el color oscuro propio de esta bebida. Estamos hablando de vinos que se obtienen de uvas muy diferentes, pero todas son tintas. Entre las variedades de uva más habituales se encuentran la garnacha o la tempranillo. Ambas aportan un potente sabor y unas propiedades olfativas únicas.
Un buen vino tinto tendrá matices amargos y ahumados. También tendrá un cuerpo poderoso y un grado de acidez medio.
La elaboración es también una característica de los tintos. La fermentación se tiene que llevar a cabo tanto con el hollejo como con el mosto de la uva. De ello dependen el color y otras propiedades de la bebida resultante.
Así, los tintos cambian mucho dependiendo de su tiempo de maduración. Según este criterio, podemos dividirlos en los siguientes tipos:
- Crianza: El vino tendrá que pasar en barrica de roble un mínimo de 6 meses. En total estará conservado un máximo de 24 meses.
- Reserva: El envejecimiento total de estos vinos es de 36 meses. Para que se considere reserva, además, el vino habrá pasado mínimo 12 meses en barrica de roble.
- Gran reserva: Su proceso de envejecimiento dura un total de 60 meses. De estos, 18 meses han tenido que ser en barrica de roble.
Si te preguntas cómo maridar con vino tinto tus comidas, tienes muchas opciones. Los tintos siempre van a quedar bien con quesos, guisos de legumbres, carnes rojas e incluso platos de pasta. También es posible apostar por maridajes dulces con estos caldos. En estos casos, el tinto va muy bien con chocolates con alto porcentaje en cacao, esos que llamamos amargos.
Vinos blancos
Pese a una creencia muy extendida, el vino blanco no solo se elabora con uvas de este color. También se puede hacer con uvas tintas, con la condición de que la pulpa de estas sea blanca. Además, en cualquiera de los casos, la maceración debe hacerse sin el hollejo de la uva. Es decir, solo se usará el mosto.
La frutalidad, tanto en boca como en el olfato, es la principal característica de estos vinos. El blanco presenta también un alto nivel de acidez. Eso sí, tiene menos cuerpo que cualquier caldo tinto, lo que lo hace más ligero en el consumo.
Como sucede con los tintos, los blancos son vinos que cambian de denominación según su edad. Esto es lo que puedes encontrar en los estantes de tu supermercado:
- Crianza: Reciben esta denominación si han envejecido durante 18 meses, 6 de ellos en barrica de roble.
- Reserva: El envejecimiento debe ser de 24 meses y también han tenido que pasar 6 de ellos en barrica de roble.
- Gran reserva: El envejecimiento total será de 48 meses y el tiempo en barrica de roble mínimo será de 6 meses.
El maridaje del vino blanco también es muy interesante. Se trata de un vino que combina especialmente con pescados y mariscos. Ahora bien, las ensaladas y los quesos suaves quedan también muy bien junto a ellos.
Vinos rosados
En lo que a técnica de elaboración se refiere, este es un vino a medio camino entre el tinto y el blanco. Se lleva a cabo introduciendo los hollejos en la fermentación, pero retirándolos al poco tiempo.
Dependiendo de cuánto tiempo estén los hollejos en contacto con el mosto, el vino tendrá un color u otro. Así, los rosados van del rosa pálido al púrpura. En cuanto al sabor, se trata de vinos con matices frutales y cítricos.
El maridaje de los rosados requiere productos no demasiado intensos. El salmón, las pastas, el risotto o el pollo asado agradecerán la presencia de este vino. Tampoco hay que olvidar la temperatura de servicio. Al rosado le va bien el frío, por lo que debe servirse a unos 10 grados como máximo.
Vinos espumosos
Procedentes de uvas como las macabeo, xarel·lo, parellada, chardonnay o pinot noir, los espumosos son vinos repletos de gas. El efecto se consigue con una doble fermentación en botella. Una vez obtenido el vino convencional, este se deja volver a fermentar en su recipiente final.
Esta segunda fermentación crea dióxido de carbono. Al no poder salir de la botella, el líquido lo absorbe y queda convertido en pequeñas burbujas. Los elaborados en España son conocidos como cavas, ya que pertenecen mayoritariamente a esta denominación de origen.
Maridarlos no es complicado. Son ideales para consumir con postres dulces, pero también con platos de pescados o mariscos no muy intensos.
Vinos generosos
Este tipo de vino es muy común en algunas zonas de España. El Jerez es una de sus variedades más apreciadas en todo el mundo. Se trata de vinos de alta graduación alcohólica. Por ello, tienen mucho cuerpo y un sabor más fuerte que otras variedades.
Esto se consigue añadiendo alcohol vinílico al final de la fermentación del vino. Así se suma graduación al caldo de forma natural. Aunque se suelen consumir solos, estos vinos también tienen un interesante maridaje. Quedan especialmente bien con encurtidos, mariscos y pescados fritos, acompañamientos tradicionales en muchas zonas en las que se producen.
Qué tipo de vino es mejor
En términos absolutos, ninguno. Cada variedad tiene unas propiedades únicas frente a las demás. El maridaje también es diferente, por lo que es buena idea investigar siempre la mejor combinación. Lo que sí es importante es elegir siempre calidad. Los vinos españoles, por suerte, suelen tener altos estándares en su producción.
Esto es algo reconocido en todo el mundo. Denominaciones de origen como la de La Rioja o Ribera del Duero tienen fama en todo el mundo.
Ahora ya sabes cuáles son los tipos de vino principales y cómo elegir el adecuado para cada plato y momento. Solo te queda apostar por productos de calidad y, por supuesto, disfrutarlos.