El postre tiene algo especial, diferente a cualquier otra elaboración. No importa tanto que sea dulce o salado, caliente o frío, en tarta o en bombón, sino lo que representa. Y un postre representa ese momento de cierre, de intenso y sabroso broche final de una comida donde se deja lo mejor para el final.
Dentro del mundo de los postres hay una enorme variedad de tipos, sabores, tamaños y texturas. Podríamos escribir líneas y líneas dedicadas a estos manjares, pero nos centraremos en algunos elementos esenciales, como el propio origen de esta costumbre de tomar algo dulce después de comer, los principales postres de la gastronomía española y asturiana y otros datos curiosos.
El origen del postre
Todo tiene un principio. Y aunque seguramente antes de los antiguos romanos alguien tomó la costumbre de acabar las comidas con alguna fruta, es en la Roma imperial, la civilización más influyente en nuestros días de todas las que existieron, a la que se le atribuye la instauración del postre como un elemento más dentro de las comidas o cenas. Bien es cierto que el dulce ya se conocía y se preparaban a base de miel siglos antes, pero el acto de comérselo tras una comida es una costumbre romana.
Por tanto, vemos que además del alfabeto que usamos, de nuestra lengua, las bases del derecho y una infinidad de elementos arquitectónicos, políticos y artísticos, el postre también se lo debemos a los romanos de hace dos mil años.
Yéndonos a la Antigua Roma, es fácil encontrar grandes banquetes, con innumerables y diferentes elaboraciones. Durante estos festines y entre plato y plato, para limpiar la boca del sabor del anterior y no enmascarar las delicias del siguiente, se servían dulces y frutas, que también se disfrutaban al final de la velada.
Como tantas y tantas cosas, la práctica romana de picar algo dulce entre plato y plato ha evolucionado hasta nuestros días como la costumbre de comer algo dulce – o salado – al final de la comida. Así que podemos decir, que lo que los romanos de hace dos milenios llamaban secundae mensae hoy es lo que conocemos como postre.
En lo que a su etimología se refiere, el término postre proviene de la palabra en francés desservir. Su significado viene a ser el de limpiar la mesa, como equivalente a que es la última comida que se hace.
Todo un arte
Como decíamos antes, el postre puede ser el mejor momento de la comida. Bien sea solo o acompañado, disfrutar de una rica tarta o un dulce bombón es el mejor cierre posible. Y es que da igual como lo queramos llamar, bien confitería o bien repostería, pero el arte de hacer postres ha ganado en importancia durante las últimas décadas y supone una parte muy importante de la cultura gastronómica.
Cuando hablamos de arte, para referirnos a la elaboración de los postres, no exageramos. En absoluto. Aunque sea efímero, pues su esencia es que se disfrute comiendo, el tiempo, esfuerzo e innovación que conlleva todo el proceso de preparación de ciertos postres es sencillamente espectacular.
Hay recetas de pasteles, tartas o bombones con décadas, incluso siglos de historia. Hoy en día, la tradición e innovación juegan un papel fundamental, pues en su unión está una de las claves del éxito. Algunos confiteros a los que acudimos para comprar postres para esas ocasiones especiales poseen el conocimiento y la tradición de varias generaciones de maestros artesanos.
“Cabe resaltar que hay una gran industria detrás de la repostería y que España es una potencia mundial. El cocinero español, Jordi Roca, posee el premio al “mejor chef de pastelería del mundo” y es un referente en lo que a innovación se refiere dentro del arte del postre.”
¿Qué tipo de postre te gusta más?
A lo largo y ancho de nuestro planeta existen elaboraciones que se consideran auténticos manjares dentro del mundo de los dulces. No hay mejor manera de hablar de los postres, su origen y variedad que haciendo un viaje por todo el globo y ver algunas de las preparaciones más famosas.
En Francia hay mucha fama y tradición dentro del mundo del postre. No es de extrañar, por tanto, que su variedad y excelencia esté fuera de toda duda. En el país vecino tenemos, entre otros, el origen de los crepes, la mousse, la crème brûlée o las magdalenas.
Un poco más al norte, en Alemania, hay una gran selva que da nombre a unos de los postres más reconocidos de su cultura gastronómica: la selva negra. Siguiendo el viaje por Europa, si alguien pasa por Austria no se puede marchar sin probar una típica tarta Sacher, pues la mezcla de bizcocho y chocolate es única. El gofre, tan extendido ya por todo el mundo, es un dulce belga. Por no hablar del exquisito helado artesano italiano.
En nuestro país la crema catalana, las torrijas, la ensaimada de Baleares, los sobaos pasiegos, las natillas o el arroz con leche son fijos en muchos de los restaurantes de cualquier ciudad. Y en Asturias, como explicábamos a fondo en otro artículo, también hay una gran tradición de pasteles, tartas y dulces que hacen las delicias de todo el que las prueba.
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